Afectado por la religión

He recibido docencia de Religión durante catorce años, esto es, párvulos, primaria y secundaria en un colegio de monjas y bachiller en un instituto laico.
Y pese a ello os aseguro que no practico el sexo con animales, ni me excitan los niños, ni me planteo quemar en la hoguera a mi vecina del quinto pese a que se maquille de negro, tenga perforado medio cuerpo y se pasee con una tarántula en el cuello.
Si bien es cierto que tengo muchas cosas que recriminarle a esas clases, pues en ellas me enseñaron a Freud y no en los dos cursos de Filosofía que tuve en bachiller, en esas clases me obligaron a leer La peste de Albert Camus y no en ninguna clase de literatura. Pero no teniendo suficiente con eso, en las clases de religión me enseñaron lo que eran las religiones musulmana, judía, hindú o mahometana, me enseñaron a respetarlas, a respetar sus creencias, celebrar los puntos en común y aprender de sus diferencias. También en estas clases me enseñaron la religión católica por supuesto, me enseñaron su nacimiento, me enseñaron como penetró en el Imperio Romano, me enseñaron como afecto durante siglos a Europa o América, me mostraron los múltiples errores cometidos con la Inquisición o apoyando regimenes totalitarios, me dieron claves para entender la sinrazón del conflicto Judeo-palestino. Y también allí me enseñaron valores como la solidaridad y la honradez, la justicia y la honestidad. En fin, como veis, mis catorce años de estudios de Religión han perjudicado gravemente mis meritos académicos, ahora, cuando charlo con mis amigos que estudiaron en el Liceo Francés, todos ellos personas con mucho mayor bagaje cultural que el mío, me siento un bicho raro al descubrir que ellos no saben a que se deben esos días de fiesta que tenemos en primavera, o ignoran que es un sacramento, o confunden a San Pedro con una cerveza que cuando llega triunfa.

En definitiva, me parece muy apropiada la idea de eliminar las clases de religión del sistema educativo, me parece tan importante dejar ese hueco para otras asignaturas, o mejor aún, no cubrir ese hueco. Cuantos más huecos dejemos más facilidad para que los políticos los llenen de mentiras cuando llegue el momento del voto.