Carta abierta al ¿señor? Carod Rovira

Señor Carod Rovira,
Me dirijo a usted, siendo consciente del ingente trabajo que desarrolla y las dificultades que tendrá para atender mi petición, pero constatando, día tras día, que usted es un defensor de las justas causas, para requerirle ayuda en un tema que me viene importunando en tiempo excesivo.
Yo, valenciano nacido en la capital de la provincia de Valencia, no hace mas de treinta años ni menos de veinte en el seno de una humilde familia de clase trabajadora, y teniendo mi vivienda habitual en la casa de mis progenitores, desarrollando tanto mi vida laboral, como la sentimental en la misma ciudad que me vio nacer, me he visto últimamente desbordado por unos acontecimientos que no llego a comprender y paso a relatarle.
Mi madre, santa e intachable en su comportamiento por lo demás, decidió, no hace poco tiempo, sustraer sin previo aviso de mi habitación todos los legajos (entiendase libros en su acepción más vulgar) de mi historia personal como estudiante tanto de la extinguida EGB como del maltrecho BUP y COU.
Requiriendo la devolución inmediata de este pedazo de mi historia obtuve como única respuesta:
“Hijo, deja de decir tonterías, no sé lo que son los “lejados” esos que dices, y tus libros del colegio se los he dado a Proyecto Hombre, que aquí estaban llenándose de polvo.”
Ante mi insistencia para que me sea devuelta una importante parte de mi historia, mi progenitora reacciona de la siguiente forma:
“Vete ya “pallá” y no incordies que estoy haciendo la cena.”
Como usted puede comprobar, me siento indefenso ante estas razones expuestas por mi madre, y es este, el motivo por el que recurro a usted. Siendo conocedor de su interés porque cada cual se quede con lo suyo (Carod Rovira ha solicitado la devolución de los legajos referentes a las Islas Baleares que se conservan en el Archivo Histórico de Salamanca), desearía que intercediera por mi para gestionar la recuperación de esa parte de mi historia que se me ha robado vilmente.

Agradeciéndole el tiempo dedicado, y rogándole que actué contra tal injusticia, se despide su humilde vasallo,

Prisionero de las sombras.