La Caverna

-¿Crees que los que están así han visto otra cosa de sí mismos o de sus compañeros sino las sombras proyectadas por el fuego sobre la parte de la caverna que está frente a ellos? -¿Cómo, si durante toda su vida han sido obligados a mantener inmóviles las cabezas?

viernes, febrero 11, 2005

Cuéntame un cuento

Hace mucho, mucho tiempo, vivían en estas mismas tierras cuatro hermanos, uno se llamaba Mayor, otro Mediano, el tercero Pequeño y el último Mar. Su padre, un hombre respetado y conocido en toda la península con el nombre de el Gran Jaime, antes de morir les dejó a cada uno de ellos una parte de sus tierras. A Mayor le dejó las tierras del Oeste que fueron su primer hogar, pues fue el primero en nacer. A Mediano le dejó las tierras del Norte, pues nació al mismo tiempo que su padre conquistaba el norte. A Pequeño le dejó las tierras del Este, ya que Pequeño nació allí, cuando el Gran Jaime recién había conquistado aquellas tierras. Y por último a Mar le dejó las Islas, donde siempre había vivido.
Los hermanos crecieron y formaron sus familias, los cuatro convivían en armonía y cada uno de ellos se hacia cargo de las tierras que había heredado, se reunían a menudo, cada vez en las tierras de uno de ellos, para comer, compartir los frutos que cosechaban, disfrutar de las familias y reír entre hermanos. Con el tiempo murieron y sus descendientes cuidaban las tierras que en la herencia les había tocado a sus padres. Así, la familia Mayor cultivaba el Oeste, la familia Mediana el Norte, la Pequeña el Este y la familia Mar cuidaba de las Islas.
Seguían reuniéndose las familias en fiestas donde celebraban estar juntos y compartir los frutos de sus tierras. Y en una de aquellas, decidieron unirse con las Tierras Grandes. Las Tierras Grandes eran un compendio de pequeñas herencias a familias que vivían felizmente cultivando sus tierras y se juntaban a menudo para disfrutar de fiestas y repartir los frutos que cosechaban en sus campos igual que hacían los herederos de los cuatro hermanos.
Así, desde aquel día, las familias Mayor, Mediana, Pequeña y Mar se reunían con las Tierras Grandes y todos juntos celebraban grandes fiestas, con mucha comida, bebida, risas y diversión. Compartían los bienes que sus tierras les ofrecían y se ayudaban unos a otros.
Pasaron los años y las Tierras Grandes se hicieron más grandes y más ricas, pero también más pequeñas, y más pobres, y todas las familias vivieron aquellos años de bonanza juntos, y aquellos otros de penas y adversidades también los pasaron juntos, apoyándose entre todos, ayudándose, compartiendo lo poco o mucho que tenían. A veces reñían entre las familias, otras se sentían realmente felices de estar juntos. Y así, el tiempo pasaba.
Y he aquí que un día, tras años en que las Tierras Grandes llevaban mucho tiempo viviendo tranquilas, los Medianos comenzaron a decirle a las otras familias que estaban cansados de llevar los frutos de su trabajo a las fiestas y reuniones que hacían, contaba la familia Mediana que sus productos eran los mejores de todas las tierras, y que no estaban dispuestos a compartirlos a cambio de peores productos.
Se quejaron algunas familias, diciendo que cada uno daba lo que tenia, fuera mejor o peor, y era así como habían salido adelante en las adversidades, era ese espíritu de solidaridad el que había mantenido a todas las tierras Grandes unidas y prosperas después de tantos y tantos años.
Otras familias dijeron que si los Medianos no querían volver a asistir a las fiestas no era ningún problema, que se fueran ellos solos a su tierra, y que vivieran de los frutos que daban las tierras del Norte.
Pero la familia Mediana no era tonta, y sabia que ella sola no podría sobrevivir durante mucho tiempo, sus frutos eran buenos, pero necesitaba otros productos que no tenían en su tierra para poder sobrevivir.
Así que decidieron reunir a todas las familias y les contaron que no iban a ir a ninguna fiesta más. No iban a volver a las reuniones de todas las familias. Pero tampoco lo harían ni los Mayores, ni los Pequeños, ni los Mar, así que ninguna de las familias de las Tierras Grandes podrían contar con los productos de las tierras del Oeste, del Este y las Islas, como tampoco, evidentemente con las del Norte.
Cuando oyeron esto las familias Mayor, Pequeña y Mar, que nada sabían de los planes de la familia Mediana, se quejaron, intentaron explicarles a las otras gentes de las Tierras Grandes, que ellos no querían dejar de ir a las fiestas de todas las familias de las Tierras Grandes, les dijeron que a ellos no les importaba compartir sus frutos con todos, que ellos eran felices en las Tierras Grandes.
Pero los Medianos gritaban más alto, y cuando los Medianos hablaban, todas las familias de las Tierras Grandes callaban para escucharlos.
Y los Medianos dijeron que las tierras de los antepasados de las familias Mayor, Pequeña y Mar eran de la familia Mediana, pues el Gran Jaime, conocido en toda la península, fue el fundador de la familia Mediana.
Y todas las gentes de las Tierras Grandes les creyeron.
Y también dijo la familia Mediana que como las familias Mayor, Pequeña y Mar descendían del Padre de la familia Mediana, todos ellos eran Medianos, y reclamaban las tierras del Oeste, las del Norte evidentemente, las del Este y las Islas.
Se quejaron las familias Mayor, Pequeña y Mar, pero nadie les escuchaba, porque los Medianos seguían hablando, y lo hacían más alto, y gritaban más y más.
Y contaban los Medianos que Pequeña y Mar hablaban la lengua de la familia Mediana, pues fue Mediana la que comenzó a hablar ya que nació antes. Y por eso, fue la familia Mediana quien enseño a hablar a Pequeña y Mar.
Y las familias de la Tierras Grandes les creyeron.
Y los Medianos decían que si la familia Mediana no les hubiera enseñado a hablar, Pequeña y Mar no sabrían hablar.
Y las familias de las Tierras Grandes les creyeron.
Y tanto hablaban, que incluso gentes de las familias Mayor, Pequeña y Mar les empezaron a creer.
Y los Medianos siguieron hablando y hablando, incluso hablaron a familias que no vivían en las Tierras Grandes.
Y también ellos les creyeron.
Y escribieron libros, donde contaban como el Gran Jaime fundó la familia Mediana, y contaban como de la familia Mediana descendían las familias Mayor y los llamaban los Medianos del Oeste, la familia Pequeña y los llamaban los Medianos del Este y la familia Mar y los llamaban los Medianos de las Islas.
Y los estudiosos leyeron esos libros, y los estudiosos les creyeron.
Y mientras, los Mayores, los Pequeños y los Mar, no dijeron nada, porque tenían miedo a que no les creyesen. Porque si hablaban, el resto de las gentes les decían que no habían leído libros, y que eran gentes incultas, pues en los libros lo explicaba muy claro.
Y hubo Mayores, y Pequeños, y Mar que querían ser estudiosos, así que leyeron los libros escritos por los Medianos, y les creyeron, y desde entonces fueron los estudiosos.
Y así, las familias Mayor, Pequeña y Mar también tuvo estudiosos y gente culta, que contaban las cosas que habían leído en los libros de los Medianos.
Y también ellos escribieron libros, y contaban las cosas que habían leído en los libros de los Medianos.
Y el cuento no tiene final, porque el cuento no ha acabado todavía...
De un Pequeño inculto.

2 Luces:

  • At 3:01 p. m., Anonymous Anónimo said…

    y cuando alguien intentaba contar la historia como fue, y no como la reinventaron, le llamaban cosas feas, o cosas que no eran feas pero que en sus labios y con el desprecio que ponían, sonaban muy mal...

     
  • At 6:20 p. m., Blogger El payaso said…

    Yambra, hay muchos pequeños incultos, aunque no todos los deseables, y ademas hacemos poco ruido, ya lo dice el cuento...


    Princesa del guisante, tambien te sabes el cuento? ;-)

     

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